
Adentrarse en la obra de Miguel Angel Bustos (1932-1976), es abrir la experiencia al misticismo de la palabra. Poeta desaparecido por la dictadura militar argentina en 1976, publicó cinco libros: “Cuatro murales” (1957), “Corazón de piel afuera”(1959), “Fragmentos fantásticos”(1965), “Visión de los hijos del mal”(1967) y “El Himalaya o la moral de los pájaros”(1970), además de diversas notas y artículos publicados en diarios y revistas de la época.
Su amigo Leopoldo Marechal lo llamó “el místico salvaje”. Su poesía atraviesa varios estados: ora susurra en voz queda, como en “Poema en voz baja”: “Me acosté/ en silencio/ me levanté/ en silencio/ salí al sol del silencio./ Esta es mi patria/ la tierra sin lengua./ Muramos/ con el trueno/ el simple trueno de la sangre/ mi amor.”; ora profetiza su propia muerte(con resabios de la poesía de Celan), al homenajear a los muertos de los campos de concentración nazi, en “Mirando las fotos”: “Qué han hecho de nosotros/ qué es aquel sangriento alambre de huesos/ quebrados en el horizonte./Silencio/ sobre el polvo/ silencio/ cae la lluvia y la música lejana/ sobre los campos./ Fue tan viva la muerte/ que en estas tierras de paz dormida/ se alzó y murió mil veces mi corazón.”
Con influencias rimbaudianas, “El Himalaya o la moral de los pájaros” localiza un paisaje grandioso: pulsa el tono de la Conquista , que acalló tantas voces, y hace con la palabra el silencio siniestro de la tierra arrasada:
“En la superficie del mercurio frutos y ramas golpeaban el barco, sin ruido. Y un río de aguas blancas devoraba el mar mineral. Aquel sol de Justicia se elevó sobre los volcanes y las nieves en busca de un refugio de salvación. Y en la mañana primera de la conquista sólo hablaron los pájaros”.
Atravesado por las tragedias del país , el poeta enhebra su compromiso político en una trama cuya delicadeza posibilita vivenciar el dolor, que se alza desde el paisaje, por los compañeros caídos. Así escribe en “Sangre de Agosto” (dedicado a los fusilados de Trelew):
“Puede la nieve cubrir la tierra por un siglo/ trazar el frío un jardín de flores azules en el hielo/ mientras el desierto soporta la hambrienta luz del cielo blanco.”
¿Herético, cultor de una religiosidad pagana?. Miguel Angel Bustos (quien se declara Antiverbal), toma de la palabra poética su costado sagrado y profético:
“Sólo el instante de una vocal es eterno. Pues lleva el poder divino. Cuando una profecía se hunde en una montaña, ésta conoce curvas ignoradas por su estructura. Sólo el temblor sobrevive a los años. El temblor del hombre es una profecía.”
Liliana Piñeiro.