jueves, 16 de septiembre de 2010

En el misterio del encuentro




En el libro “La rosa de nadie” hay un poema que es uno de los fundamentales para apreciar la relación de Celan con Hölderlin, se llama Tübingen, Jänner (Tubinga, Enero) y comienza:

Ojos sobrepujados por el ha-
bla hasta la ceguera.

En el original: “Zur Blindheit über/redete Augen” podría traducirse más literalmente por:”Ojos persuadidos/ a la ceguera” puesto que überreden es persuadir a otro, convencerlo, es decir prevalecer sobre él por medio del discurso. Esa versión sin embargo le quitaría el corte, que al borde del primer verso realza el poder del discurso (de la Rede). Aquí se nombra la operación misma de la Rede, se reconoce lo que es en ella su rendimiento esencial: el exceso, el desborde que sepulta bajo el flujo aluvial a todo pretendido “sujeto”. Es también la insistencia reiterativa – pero nunca consumada- del balbuceo, del tartamudeo como única lengua- lengua cisurada- en que cabría hablar de este tiempo:

Si viniese,
viniese un hombre,
viniese un hombre al mundo hoy, con
la barba de luz de
los patriarcas: habría,
si hablase de este
tiempo, habría sola-
mente de
balbucear y balbucear
si-si-siempre,
si- siempre

(“Pallaksch, Pallaksch”)

Así concluye el poema con una cita entre paréntesis, una palabra doble repetida por Hölderlin una y otra vez en la noche de su locura y que a veces significaba no y a veces sí, sin que se pudiera tener certezas sobre la oportunidad de la “vez”. En esa locución se abre abisal, la cesura y en ella se hunde totalmente el lenguaje, un más allá del lenguaje, donde el poema es apertura al tiempo del otro y que como lugar es fractura pura, inminencia de un “tú”.
Celan destruye la contextura metafórica del lenguaje. Desde “la negra leche” que tensa la metáfora hasta el punto extremo de la tolerancia, hasta los últimos poemas en que las imágenes son consumidas en su propia incandescencia.
La relación que vincula a Celan con Hölderlin es la experiencia del “tiempo indigente” como tiempo de la aceleración. Esto era lo que Hölderlin reconocía en el tiempo “moderno”, que tornaba inestable e incierta la alternancia de los tonos, amenazando la destitución del poema- la existencia humana misma- a partir del principio de su posibilidad, imponiendo la búsqueda desesperada de la medida:

“¿Le es lícito a un hombre, cuando la vida lleva mucho afán, mirar hacia lo alto y decir: así quiero ser? Sí. Mientras dure en el corazón la amistad, la pura, el hombre no se mide desdichadamente con la divinidad¿Dios es desconocido? ¿Es patente como el cielo? Antes creo en esto. Es la medida del hombre. Pleno de mérito, más poéticamente, habita el hombre en esta tierra” (1)


Es allí donde Celan no solo interpreta el habla balbuceante, como la única en que puede hablarse de “este tiempo”, sino que también trae su propio esclarecimiento a la cuestión de la medida.
Los ojos han sido “sobrepujados por el ha/bla hasta la ceguera”, el temblor de la existencia se abre a otra existencia y así puede entenderse en la dirección del testigo y el testimonio, aquello cuya evidencia repele y pone en entredicho toda interpretación, toda atribución de significado:

"Un signo somos, indescifrable,
Faltos de dolor somos y hemos casi
Perdido el habla en lo ajeno
." (1)

O como lo dijera Celan forzando al máximo esa exigencia que trae consigo y podría vincularse a la cesura hölderliana, por aquello que no obtiene el crédito de lo que entrega o lo que dice del contenido de lo que entrega , sino que afinca su verdad en el acto mismo:

Nadie
atestigua por el
testigo

Lilián Cámera

Bibliografía
Entre Celan y Heidegger – Pablo Oyarzun Robles – Ediciones/ Metales Pesados
Poemas de Celan en traducción de P.Oyarzun Robles.
(1) Friedrich Hölderlin – Sämtliche Werke und Briefe