miércoles, 30 de septiembre de 2009

HEDERA HELIX

¿No hay que odiarse primero, si se ha de amarse?...
Yo soy tu laberinto...

Fragmento de “Ditirambos de Dionisos” (1888-1889)
Friedrich Nietzsche

para Julieta Eme

1

tiempo fuera de mí
tiempo en que fuera real la máscara
zumbido de mosca
en esa brecha
donde canta un sol muerto
y el río desfallece
porque es aquí
siempre iluminada
la vid en los ojos
que a una y otra orilla devienen
en pequeñas zarzas
Parménides




3

leve entre la línea de hoy y el ayer
peno por escobas voladoras
el viejo ritual que desherede
la carga del zapato
sobre mi cabeza
ha llegado la tarde
al estanque de Sémele
una dulce oscuridad se ceba en muslos
partido mi dios crepita una agonía luminosa
trae a mis manos secretos de un lugar
donde la muerte esplende
y la vida se oculta en lo callado


© Lilián Cámera
(ir a serie completa)

*hedera helix: hiedra símbolo del culto a Dionisos

lunes, 21 de septiembre de 2009

LOS POETAS Y EL OBJETO FETICHE




POETAS INVITADOS:

ALEJANDRO MENDEZ

MARISA NEGRI


Y MIRIAM BERCOVICH (PSICOANALISTA)



CICLO COORDINADO POR JAVIER GALARZA Y LILIAN CAMERA

La hoja en blanco. Texturas y con texturas. Plumas, tintas y teclados. Obsesiones: la repetición. Consubstanciación con el objeto fetiche: Alfonsina y el mar, Rilke y la rosa, etc. Hólderlin. Olga Orozco. Tentativas de aproximación al objeto.


JUEVES 24 DE SEPTIEMBRE
20 HS
CASA DE LA LECTURA
LAVALLEJA 924

Los esperamos!

Lilián Cámera

Por razones de fuerza mayor no podrá asistir Ezequiel Zaidenwerg a quien le agradecemos la buena disposición.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Jorge Seferis (1900-1971)


Para Gerard de Nerval, “un puro espíritu crece bajo la corteza de las piedras. Otros poetas (César Vallejo, quien declara la imposibilidad de hallar “una piedra en qué sentarse”, o Valentine Penrose, que escribe en su poema Perséfone: “si hay una piedra de tristeza yo estoy sentada allí”), dan cuenta de la dimensión existencial de esta sustancia, cuya dura materialidad nos sobrevive, resistiendo el paso del tiempo. Posiblemente por esta razón la piedra adquiere una característica sagrada, y se constituye como una muda representación de lo trascendente en el mundo que habitamos. Pero es el poeta griego Jorge Seferis, ganador del Premio Nobel en 1963, quien mejor describiera la íntima conexión de la pétrea materia con la poesía:

“El poeta se demora contemplando las piedras”, “Es preciso volverse como piedra cuando uno busca la compañía de la piedra”, o bien en este verso bellísimo: “Ligado a esta roca que se hizo mía por el dolor…”

Seferis, cuyo verdadero nombre es Jorge Seferiades, nació en Esmirna y cursó sus estudios secundarios en Atenas. En 1924, se doctoró en Derecho en París, dedicándose posteriormente a la carrera diplomática, lo cual lo llevó a viajar por distintos lugares: Alejandría, Pretoria, El Cairo, Istambul (Constantinopla), Londres, Nueva York, llegando inclusive a desempeñarse como embajador en El Líbano, Siria, Jordania e Irak.

El conocimiento de las distintas culturas, unido a su formación helénica, dió lugar a una obra que condensa distintas influencias: desde su inicial adhesión al demoticismo (movimiento ateniense que reivindica la lengua hablada frente al purismo de la “lengua literaria”), la poesía moderna francesa (Baudelaire, Valery), hasta los poetas anglosajones, como T.S. Eliot y Ezra Pound.

Henry Miller, con quien Seferis se encuentra antes de la Segunda Guerra Mundial, dice de su escritura poética:

“Sus poemas se parecían cada vez más a joyas, haciéndose cada vez más compactos, más densos, centelleantes y reveladores. Su natural flexibilidad respondía a las leyes cósmicas de la curvatura y de la finitud. Había dejado de saltar en todas las direcciones; sus versos imitaban ya el movimiento circundante del abrazo”.

Su obra incluye la publicación de varios libros de poesía (Estrofa, Cisterna, Mythistorima (Mitología), Gymnopedia, Cuaderno de ejercicios, Diario de a bordo (I,II,III), El Zorzal, Poiemata), y textos en prosa (Diálogo sobre la Poesía, Para los viajeros del “Sea Adventure”, Erotokritos, Ensayos, Tres días en las iglesias rupestres de Cappadoce, Nuestro idioma y la misión del poeta). Tradujo al griego a Paul Valery, T. S. Eliot, Henri Michaux, Paul Eluard, entre otros.

Las aguas griegas golpeando contra el silencio de las piedras, el mármol de las estatuas, una mitología que expresa los rincones del alma humana esquivos a la palabra: Seferis construye su poética a partir de esos elementos. En Mitología, el horror y la tragedia de la postguerra se expresan a través de la referencia a la obra de Esquilo, Las Coéforas:


Desperté con esta cabeza marmórea entre las manos,

que me vence los codos, y no sé dónde apoyarla.

La cabeza caía en el sueño en cuanto yo salía del sueño:

así se juntaron nuestras vidas, que resultaría muy arduo,ahora, disociar.

Observo los ojos: ni abiertos ni cerrados.

Hablo a la boca que intenta sin tregua expresarse,

levanto los pómulos que ya han horadado la piel

y no aguanto más.

Mis manos se pierden y vuelven a mí,

mutiladas.



En el poema Los argonautas, la sabiduría parece densificarse en estos versos:


Y un alma,

cuando se la quiere conocer,

es en otra alma

donde es preciso mirarla.


El enemigo y el extranjero

en el espejo los hemos visto.


Lacónica, esta obra busca la simplicidad como un don. Seferis define así su ars poética:


Es tiempo ya de decir las pocas palabras

que debemos decir: mañana nuestra alma deplegará sus velas.




Liliana Piñeiro