domingo, 25 de noviembre de 2007

CIFRA




padre color de ojos indescifrable
Javier Galarza.

Nadie enseña cómo abrir los ojos. Ni cómo cerrarlos. Entornaste tu cara y sin embargo, padre, cifré tus párpados.
¿Eras mi niño entonces? Bosques tormentosos y mares inmensos: el paisaje te agitaba bajo la piel, mientras se abría paso el rumor de una sola pregunta, quebrada en tu garganta.
Pero el silencio empujaba desde adentro, y fue inútil el andamio de tu gesto para sostener el derrumbe.
Ah padre...! Tanto tiempo a tu lado y un día enmudeciste y fuiste extranjero...!


Liliana Piñeiro.

lunes, 19 de noviembre de 2007

ABATIDA


Se agotan células desechables en la construcción del tiempo

La mano final incrusta sus dedos en los jugos de la sien

La tiniebla ha borrado el espacio y el cosmos

No estoy
No estuve

Llanto desgarrante del vacío en la memoria quieta

Ojos serpentinos agitados caen desesperados
plácidos y apacibles en el chorrear sonoro

Y el vacío está
Y estuve en él

La médula eléctrica del miedo
te trae de regreso en ahogo abatido


Vanesa Aldunate

lunes, 12 de noviembre de 2007

SIMULACRO




Lo que tocas de mí es ajeno como propio tu cuerpo
Lilián Cámera


Alguien arrojó los dados y ella está aquí, al compás lascivo de su corpiño.
Arrancado a la penumbra, un labio extranjero no dejará inscripción en la piel sudorosa. Apenas una lengua que recorre, un dedo que imagina.

Siempre otro, siempre otra.

Enmarañados los pliegues, las salivas, los jadeos. El aire se satura de mentiras efímeras, de tormentas mediocres para el simulacro.
El espasmo final en el laberinto, y el pulso se aquieta bajo las sábanas tristes.
A tientas ella se levanta, pringosa y libre. Repentinamente dueña de sus codos, de su clavícula. El cuerpo le regresa de a poco, mientras él, vencido por el placer a medias, tira un billete sobre la cama, se viste y sale.



Liliana Piñeiro.

jueves, 8 de noviembre de 2007

NORTE


Soplas huracanado y célibe
Arrullas el declive de ausencias que se asfixian
Babeas como el loco salado
intercambiando corazones por hipocampos

Soplas en desnivel y desde abajo
Auguras un silbo fantasmal
desde la cima del faro que alumbra
la cuerda de tu locura

El salto mortal ha llegado
al pensamiento flotante
La herida se mece sobre espuma caliente
humeando perdón

Y San Juan arremolina su cuerpo
cargado en su Cruz
Declina la fe que Abraham afianza
mediante filo en lagrima

Y tus vueltas en roscas de cuerdas quemadas
llaman por su nombre a cada Alfonsina

Violeta en la duda entre la fe
y el desamparo
Rosado en la mortal sentencia del loco
Azul en el crepúsculo de la conciencia

Canta
con tu rosario salado
Madera intacta luego de mares de abismos

Canta
que Rilke contempla absorto
un mapa del cuerpo de Dios
que cree haber encontrado.



Vanesa Aldunate

domingo, 4 de noviembre de 2007

Francisco "Paco" Urondo: AMOR Y REVOLUCION




Nacido en 1930, Francisco “Paco” Urondo fue poeta, novelista, dramaturgo y guionista cinematográfico. Fuertemente comprometido con su militancia política, muere en 1976, enfrentando a la policía de la dictadura militar argentina.
Definiendo su “ars poética”, Urondo nos dice: “ No es del poeta un oficio milagroso o sobrenatural o de loquitos o de elegidos. Es una tarea que cumple la gente”
En su obra, el yo poético queda a merced de la época, a la intemperie de los afectos. Se escribe sobre el deseo, se libidiniza el proceso de cambio social. Si todo poeta se rebela en el lenguaje, dándole a las palabras un brillo que suelen perder en el uso cotidiano, Urondo extiende esta opción a una actitud revolucionaria, en contra de los valores establecidos por una burguesía que hace de la propiedad privada su bien más preciado , y del matrimonio una institución que la sostiene, dejando de lado la pasión y el amor.
En los siguientes textos se puede apreciar cómo, lejos del individualismo, esta poesía encuentra su carnadura en el mundo, en la historia amorosa y política que atraviesa el que la escribe.
En el poema “Carta abierta” distintos tonos afectivos arman el balance de una relación en clave de despedida. La hora de definiciones es “una hora sin seducción”. Con tintes autobiográficos, en tono de conversación, Urondo declara:

“Querida mía: soy un hombre que te pierde”

Así como una identidad también está dada por aquello que dejamos, así en la dialéctica amorosa, cuando el tú ha sido fuerte, irradia intensidad y es dador de sentido al yo, aún en la pérdida. El poeta escribe desde esa delicada frontera donde el amor deja de serlo.
Y el sentido también se encuentra en el compromiso militante con los otros, que comparten las desventuras de un país donde “La verdad es la única realidad" Este poema fue escrito en la cárcel de Devoto, donde el poeta permaneció detenido a comienzos de 1973. Parafraseando la famosa frase de Juan D. Perón: “la única verdad es la realidad”, Urondo define el espacio real y el irreal a partir de la verdad y la mentira. Las rejas de la cárcel son la “mentira”, la “irrealidad” con la que pretenden apresar la “verdadera realidad”: el reclamo por una necesaria justicia social.
Refiriéndose a la frase de Martí: “Osar morir da vida”, Urondo comenta: “El sentido de la osadía de Martí no es individualista, sino que responde a una concepción ideológicamente más generosa. Porque la vida no es una propiedad privada, sino el producto del esfuerzo de muchos”
Sobreviviente a los intentos de desaparecerla de la literatura argentina, la poesía de Urondo se ofrece como un testimonio donde se rastrea la historia de una generación, sus ideales e ilusiones, sus desencantos y fracasos.


Liliana Piñeiro.