miércoles, 18 de abril de 2007

PESSOA versus DESCARTES





(una lectura de Tabaquería)



Basta un poema para derribar una filosofía. La certidumbre cartesiana derivada del pensar se hace trizas en Pessoa. Vencido por una lucidez existencial, el poeta queda suspendido entre la realidad y los sueños, sin poder articular ninguna jerarquía. No es casual que esto ocurra en una ventana, espacio de borde que limita el afuera y el adentro.
¿Se trata de creencias, o de certezas?
Vaciado de sí, herido por la nada de la pura conciencia... ¿cómo recuperar la consistencia? ¿La propia, la del mundo?
Ah, el placer de los sentidos! Desterrado, el poeta percibe en la realidad infantil un sabor: la puerta de entrada al ser...Pero la metafísica de los chocolates queda reservada a los niños, y sólo resta la escritura como la única sustancia posible para un yo incierto, que busca un espejo para la verdadera cara.
La insignificancia gana terreno cuando se piensa este drama desplegado en el cosmos. Apenas una conciencia perdida entre millones de galaxias...
Y, repentinamente, la sencillez de una escena: un hombre entra en la Tabaquería, el poeta enciende un cigarro y lo saborea con un goce inefable. Habiendo comprado su tabaco, el hombre sale y saluda a Pessoa, en un reconocimiento dador de existencia cuyo valor jamás sospechará.
Hay alivio en el soplo de realidad que, a través de la ventana, reconstruye el universo.

Liliana Piñeiro

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