jueves, 10 de marzo de 2011

el sol negro de la melancolía


Sin  duda el poema El Desdichado de Gérard de Nerval, ha sido el más famoso y analizado de su obra. Compuesto en 1853 se lo ha vinculado con tópicos tales como la alquimia, el esoterismo, el ocultismo o la francmasonería. Cientos de comentarios apasionados por cada verso, cada palabra, el sonido mismo, dieron origen a diferentes tesis en el intento de explicar su supuesto hermetismo. Antonin Artaud dijo, respecto de Las Quimeras, el grupo de poemas donde se incluye El Desdichado: “Jamás he podido soportar el manoseo de los versos de un gran poeta desde el punto de vista de la semántica, de la historia, de la arqueología o de la mitología; los versos no se explican…” y agregó: " …Pues los poemas de Gerard de Nerval son muy claros…La carne de la humanidad sufre, por supuesto, pero por haberse dejado caer en carencia frente al esfuerzo de la claridad…” No obstante, a más de de un siglo y medio de su creación, se siguen abriendo puertas, no quizás para fijar un sentido sino para elaborar un acercamiento a esas fuentes que pudieron haber influido en su génesis. Entre tantas llamó mi atención por lo poco explorada en la generalidad de los textos, la del medievalista Michel Pastoureau, que en su libro Una historia simbólica de la Edad Media occidental le dedica un capítulo a este soneto, titulado “El Sol Negro de la Melancolía”. Pastoureau toma la frase de Nerval “El blasón es la llave de la historia” citada como epígrafe en gran parte de los escritos sobre heráldica de fines del siglo XIX, para enlazar la pasión del poeta por los escudos de armas y algunos de esos famosos versos de El Desdichado.
Aclarando que en ningún momento intenta fijar una interpretación ni una verdad sobre una obra tan rica que el poeta deliberadamente procuró abierta a múltiples niveles de significado, esboza un análisis sobre las fuentes que pudieron guiar los procesos de elaboración y se detiene en el interés de Nerval por la ciencia de los escudos de armas. Para ello nos habla de su concurrencia asidua a la Biblioteca Nacional, donde asegura, es imposible que el poeta no haya  visto el célebre manuscrito del Codex Manesse cuyas miniaturas remitieron al medievalista a muchas de las imágenes o símbolos que aparecen en los versos del poema aludido.
Aclara que “no hay términos del blasón específicos pero sí dos expresiones propias de la heráldica: “ le Prince…à la tour” (verso 2) (el príncipe…de la torre) en cuyo escudo figura una torre,  así como un caballero au lion es aquel en cuyo escudo figura un león) y “mon luth…porte” (versos 3 y 4) verbo que en este empleo es típicamente heráldico (“mi laúd …ostenta).” Estas dos expresiones son las que se han transmitido intactas del Codex Manesse  al soneto, a través de la siguiente pintura:

Interesante la proposición de Pastoureau remitiendo a un origen pictórico el famoso laúd constelado portador del sol negro de la melancolía, que muchas veces aparece en la obra de Nerval y que usualmente se asoció exclusivamente a “Melancolía” el grabado de Durero, que aparece dos veces en su obra como tal.  Sin negar esta asociación, está convencido que la fuente primera  de la imagen  poética se halla en la siguiente figura  del Codex Manesse donde se ve “al poeta Reinmar der Fiedler, dotado -como cimera heráldica- de un instrumento musical de cuerdas, encendido en cuatro lugares  por llamas negras(de sable, en términos de blasón).Esas llamas tienen forma de soles y el conjunto por su grafismo acentuado y sus colores oscuros produce una emoción visual muy fuerte”


No es el único caso donde aparecen estas llamas, se ve en otras figuras del Codex como la de  una escena de torneo donde el caballero lleva una cimera formada por esas mismas llamas que tienen  la forma de un sol negro, colocadas incluso sobre un yelmo inclinado que “parece ocultar  a un guerrero también melancólico”.



Hay otros  versos que pudieran tener inspiración en estas miniaturas:
El verso 8 “La parra donde el pámpano a la rosa se alía” se halla en unas diez miniaturas teniendo en cuenta que en varias de ellas, la dama y el poeta conversan bajo el rosal (la flor del amor cortes por excelencia) evocando al pámpano por su tallo ondeado y a la parra por su disposición de sus ramas y flores en forma de corazón sobre los amantes. También se observa que el verso 10 “Roja mi frente está del beso de la reina puede corresponder a la miniatura del poeta Konrad von Alstetten “ pues el beso en la frente concedido al poeta por una mujer coronada , aquí aparece en el centro de la escena”.



El primer verso “yo soy el tenebroso- el viudo- el sin consuelo” lo enlaza Pastoureau a pinturas que representan a dos importantes poetas  que se muestran en una reflexión “ tenebrosa” o bajo el influjo de una pena amorosa y son :

El poeta Heinrich von Veldeke

Y Walther von de Vogelweide:

Destaca también  la flor de la rosa, que en la Alemania Medieval (recordemos el amor de Nerval por lo germano) es ya un emblema, símbolo del amor cortés : la Minne, aquí va al verso 7: “La flor que amaba tanto mi desolado espíritu” aún cuando algunos críticos , basándose en una nota manuscrita de Nerval, afirmaran que se tratara de una aguileña.

Hay otros elementos que pudieran estar relacionados en el Codex Manesse con  otros versos del poema , por ejemplo el 12 : “yo crucé el Aqueronte, vencedor por dos veces”
Por un lado nos podría remitir a la figura del poeta Friedrich von Hausen cruzando un río en cuyas aguas el pintor ha representado el infierno:


Y también  a la siguiente miniatura que representan a un caballero victorioso en un torneo guerrero y coronado por una dama:


Lo expuesto no hace sino confirmar que la obra de Nerval permanece abierta y nos provoca admiración por su creación poética, plena de misterio y de interrogantes que seguirán (afortunadamente) sin respuestas. Concluye Michel Pastoureau, “El príncipe de Aquitania de la torre abolida, puede ser, de este modo como se ha propuesto, tanto un ancestro (imaginario) de Nerval, como un héroe de Walter Scott, un compañero de Ricardo Corazón de León, un Señor de la casa de Lusignan , el Príncipe Negro, Gastón Phoebus, el arcano XVI del tarot y por supuesto, el poeta mismo…cada lector puede y debe tener su propia lectura.”

De mi parte sólo expresar que los versos iniciales de El Desdichado resonarán por siempre, un eco de un sueño perdido que pudo cruzar los siglos para revivir una y otra vez en mi memoria.



Lilián Cámera
Fuente: Michel Pastoureau
Una historia simbólica de la Edad Media occidental
Katz Ediciones 2006