Este trabajo propone una mirada entre San Juan de la Cruz (1542 – 1591) y María Julia De Ruschi (1951) en sus poemas Noche Oscura. Trazo una serie de ejes que son comunes a ambos autores, literales o aludidos, y se realiza un análisis de cada uno de ellos a partir de la lectura de Palimpsestos de Gerard Genette que define intertextualidad como una relación de co-presencia entre dos o más textos, es decir, como la presencia de un texto en otro con referencia explícita o no. Los poemas se encuentran separados por estrofas para la mejor interpretación del análisis.
Asimismo, presentamos una serie de aclaraciones para comprender la simbología que
San Juan despliega a partir de El Cantar de los Cantares del Antiguo Testamento, a saber:
(Estrofa 6) los cedros símbolo lo eterno
(E.7) el aire de la almena símbolo del soplo del espíritu santo
(E.8) las azucenas símbolo de la pureza
Los ejes, por otra parte, son:
La luz
Los gritos
La asfixia
Los latidos
La “Noche Oscura”
En San Juan de la Cruz la luz es la guía (E. 3) que reside en el corazón, lo lleva en la noche oscura e incierta, hacia el encuentro, hacia el lugar preciso donde él espera.
En (E. 7) sugiere la representación de un grito, ahogado en la caricia del amado, tan potente que quita la posibilidad del sonido dejándolo en suspenso, llegando así al comienzo del éxtasis.
La asfixia se manifiesta (E. 7) en la interrupción de todos los sentidos al alcanzar el éxtasis. Se deja olvidar y se reclina sobre su amado. Es un hecho excepcional y feliz.
Los latidos son aludidos (E. 3) en el corazón ardía y (E. 6) el pecho florido como muestra de la aceleración, de la inflamación que siente mientras busca al amado para el cual está totalmente reservado.
La “Noche Oscura” simboliza lo desconocido e incierto, entonces San Juan se lanza a la búsqueda. Después se transforma (E. 3) en la Noche Feliz ya que junta a los amados y hacia el final en la Noche Amada (E. 5) que permite la unión y la entrega. Evoca los meses de prisión en la celda deseando su unión con la luz divina.
Por su parte, en María Julia De Ruschi la luz reside en la ilusión, (E. 4 final) también es la dicha, la guía, pero a diferencia de San Juan no la encuentra. A cambio encuentra la espalda (E. 5) que afrenta la esperanza, hermana de la luz.
El grito (E. 4) también es ahogado, y a la vez paralizado, ciego y se multiplica al sublevarse. Se transforma en eco de todo lo que escucha y siente, se magnifica para culminar en la espera de una ilusión.
El grito muere en la esperanza eterna golpeado contra la garganta.
La asfixia (E.3) es el recuerdo de una promesa y un perdón, escena que se repite. No es una sensación de felicidad sino el reconocimiento de su propio error, aquel que coarta hasta su voluntad por medio del silencio de la amenaza (E.2) y la imposibilidad que genera.
Los latidos (E.6) son el estremecimiento, el espanto que todo lo turba y oscurece.
La “Noche Oscura” representa el miedo, el silencio, el horror que tiñe todo (E. 6) la paralización y el abandono de la voluntad.
En ambos autores, hacia el final de los poemas hay un acercamiento a la muerte al que se llega desde un lugar erótico. Por un lado, San Juan se entrega totalmente (E. 8) y se deja olvidado en la pureza, reclinándose sobre el amado en la suspensión de todos los sentidos; se sacrifica en su erotismo. A partir del momento en que San Juan se encuentra privado de la libertad y sometido a maltratos se produce el abandono total del cuerpo (es por ello que puede soportar las vejaciones) se desprende de todo lo material colocándose así en un estado de soberanía. San Juan se encuentra en la oscuridad de la celda pero en un estado de iluminación que le permite el ascenso del espíritu. Por el otro, De Ruschi hace una revisión de aquellos aspectos que todavía ama (E. 6) la boca, los ojos hasta que descubre el espanto y la diferencia entre la vida y la muerte, pero no las logra separar, anulando y aniquilando de ésta manera su voluntad, lo cual equivale también a su sacrificio. Se encuentra en una oscuridad interna, que no le permite la redención. Entonces invierte el sentido de Noche Oscura que en San Juan sufre transformación
Cerremos entonces esta micro-lectura con un pasaje de Bataille El Erotismo (capítulo IX “La plétora sexual y la muerte”) a modo de iluminación sobre la experiencia “mística” que también se produce en la lectura:
“La actividad erótica no siempre posee abiertamente el aspecto nefasto, pero profundamente, ella es lo que impulsa al placer. Lo mismo que, cuando nos percatamos de la muerte, nos quita el aliento, de alguna manera, en el momento supremo, debe cortarnos la respiración.
El ser en verdad se divide, su unidad se quiebra, ya desde el primer instante de la crisis sexual. En ese momento la vida pletórica de la carne topa con la resistencia del espíritu. Ni el acuerdo aparente basta; la convulsión de la carne, mas allá de consentimiento, exige silencio, pide la ausencia del espíritu. El impulso carnal es singularmente extraño a la vida humana; se desencadena fuera de ella, con la condición de que calle, con la condición de que se ausente. La teología cristiana, en efecto, asimila la ruina moral consecutiva al pecado de la carne con la muerte.
Hay casos donde, sin la evidencia de una transgresión, ya no experimentamos ese sentimiento de libertad que exige la plenitud del goce sexual. De tal manera que, a veces, al espíritu hastiado le es necesaria una sensación escabrosa para acceder al reflejo del goce final. “El erotismo deja entrever el reverso de una fachada cuya apariencia correcta nunca es desmentida; en ese reverso se revelan sentimientos, partes del cuerpo y maneras de ser que comúnmente nos dan vergüenza”
©Vanesa Aldunate
San Juan despliega a partir de El Cantar de los Cantares del Antiguo Testamento, a saber:
(Estrofa 6) los cedros símbolo lo eterno
(E.7) el aire de la almena símbolo del soplo del espíritu santo
(E.8) las azucenas símbolo de la pureza
Los ejes, por otra parte, son:
La luz
Los gritos
La asfixia
Los latidos
La “Noche Oscura”
En San Juan de la Cruz la luz es la guía (E. 3) que reside en el corazón, lo lleva en la noche oscura e incierta, hacia el encuentro, hacia el lugar preciso donde él espera.
En (E. 7) sugiere la representación de un grito, ahogado en la caricia del amado, tan potente que quita la posibilidad del sonido dejándolo en suspenso, llegando así al comienzo del éxtasis.
La asfixia se manifiesta (E. 7) en la interrupción de todos los sentidos al alcanzar el éxtasis. Se deja olvidar y se reclina sobre su amado. Es un hecho excepcional y feliz.
Los latidos son aludidos (E. 3) en el corazón ardía y (E. 6) el pecho florido como muestra de la aceleración, de la inflamación que siente mientras busca al amado para el cual está totalmente reservado.
La “Noche Oscura” simboliza lo desconocido e incierto, entonces San Juan se lanza a la búsqueda. Después se transforma (E. 3) en la Noche Feliz ya que junta a los amados y hacia el final en la Noche Amada (E. 5) que permite la unión y la entrega. Evoca los meses de prisión en la celda deseando su unión con la luz divina.
Por su parte, en María Julia De Ruschi la luz reside en la ilusión, (E. 4 final) también es la dicha, la guía, pero a diferencia de San Juan no la encuentra. A cambio encuentra la espalda (E. 5) que afrenta la esperanza, hermana de la luz.
El grito (E. 4) también es ahogado, y a la vez paralizado, ciego y se multiplica al sublevarse. Se transforma en eco de todo lo que escucha y siente, se magnifica para culminar en la espera de una ilusión.
El grito muere en la esperanza eterna golpeado contra la garganta.
La asfixia (E.3) es el recuerdo de una promesa y un perdón, escena que se repite. No es una sensación de felicidad sino el reconocimiento de su propio error, aquel que coarta hasta su voluntad por medio del silencio de la amenaza (E.2) y la imposibilidad que genera.
Los latidos (E.6) son el estremecimiento, el espanto que todo lo turba y oscurece.
La “Noche Oscura” representa el miedo, el silencio, el horror que tiñe todo (E. 6) la paralización y el abandono de la voluntad.
En ambos autores, hacia el final de los poemas hay un acercamiento a la muerte al que se llega desde un lugar erótico. Por un lado, San Juan se entrega totalmente (E. 8) y se deja olvidado en la pureza, reclinándose sobre el amado en la suspensión de todos los sentidos; se sacrifica en su erotismo. A partir del momento en que San Juan se encuentra privado de la libertad y sometido a maltratos se produce el abandono total del cuerpo (es por ello que puede soportar las vejaciones) se desprende de todo lo material colocándose así en un estado de soberanía. San Juan se encuentra en la oscuridad de la celda pero en un estado de iluminación que le permite el ascenso del espíritu. Por el otro, De Ruschi hace una revisión de aquellos aspectos que todavía ama (E. 6) la boca, los ojos hasta que descubre el espanto y la diferencia entre la vida y la muerte, pero no las logra separar, anulando y aniquilando de ésta manera su voluntad, lo cual equivale también a su sacrificio. Se encuentra en una oscuridad interna, que no le permite la redención. Entonces invierte el sentido de Noche Oscura que en San Juan sufre transformación
Cerremos entonces esta micro-lectura con un pasaje de Bataille El Erotismo (capítulo IX “La plétora sexual y la muerte”) a modo de iluminación sobre la experiencia “mística” que también se produce en la lectura:
“La actividad erótica no siempre posee abiertamente el aspecto nefasto, pero profundamente, ella es lo que impulsa al placer. Lo mismo que, cuando nos percatamos de la muerte, nos quita el aliento, de alguna manera, en el momento supremo, debe cortarnos la respiración.
El ser en verdad se divide, su unidad se quiebra, ya desde el primer instante de la crisis sexual. En ese momento la vida pletórica de la carne topa con la resistencia del espíritu. Ni el acuerdo aparente basta; la convulsión de la carne, mas allá de consentimiento, exige silencio, pide la ausencia del espíritu. El impulso carnal es singularmente extraño a la vida humana; se desencadena fuera de ella, con la condición de que calle, con la condición de que se ausente. La teología cristiana, en efecto, asimila la ruina moral consecutiva al pecado de la carne con la muerte.
Hay casos donde, sin la evidencia de una transgresión, ya no experimentamos ese sentimiento de libertad que exige la plenitud del goce sexual. De tal manera que, a veces, al espíritu hastiado le es necesaria una sensación escabrosa para acceder al reflejo del goce final. “El erotismo deja entrever el reverso de una fachada cuya apariencia correcta nunca es desmentida; en ese reverso se revelan sentimientos, partes del cuerpo y maneras de ser que comúnmente nos dan vergüenza”
©Vanesa Aldunate
3 comentarios:
Hay trazos de erotismo en San Juan. Y en la Noche de De Ruschi, la oscuridad es desesperada...
Ambos tienen la cualidad de la urgencia, tan propia de esos afectos.
Gracias, Vanesa, por acercarnos estos poemas.
saludos!
Chicas: feliz año 2010 con mucha poesía.
Besos a las tres!
vane tenes que poner este trabajo en el rincon del vago asi los pibes de la uni se lo roban para los finales! ayuda!
besos para todas extraño baires pero ni en pedo vuelvo (aun)
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