sábado, 25 de junio de 2011

Peste Bufónica*

hartó

¿terminó mal
                       antonin artaud?
¿o está bien muerto en su ataúd de pus ardida
                                       harto de hipócrates
                                             y otras injurias de la ley?
                   : antaud desfigura edipos
                             triturados con su morisqueta de afear
       se iba o fue por tragar brujas kabuki
                  cucos mexicanos burbujeantes como moscas
          escandilado
desparrama sus perlas de miedra
                             sobre los secos institutos
                    ¿qué hacés antrod? ¿no te dejabas agregar?
: en el esfuerzo      estreya
                   brota de ojal u ojete un antodyn artod
                                    flamante de sí mismo que
                        deja su cáscara o cascárria
                      flotar en las viejas cloacas del paris
                     “¿cómo se entiende?” preguntaron miliviles
     -deshago imperfetos     embocados    esquizitos
                                           arruino
                                                  los antojadizos antifaces
                tram       truc       antrin     antrok
              eso no te podían permitir
                         ni te permitían poder artodyn
: indujeron la falta hasta por las cucas arteriales
                    te cayeron
                             íste de la curda realidad
                                       a esta famélica ficción
            en que muerto estás en tu artaúd
              ¿o seguís produciéndote en la fricción
                                   destos trozos de tramoya
                        partís flujos
                      como si fueran cuerpos de crujir
                                          deseantes de vos
                                                            antonito?
                                eso no se sabe
                estamos como monos que hacen grazia
: quizás vendrían nuevas especies trans umanas
                   a empalmar los siete sexos
                             que se abren
                         a tu nabe de agujeros
                        por ahora      solo
                                     nos queda desarmar
            la vida muerta
despeyejar
                el animal humano
                                           y el artilujio
                       de enterrarlo
        en la garganta gigante de la lengua


Daniel Martucci**

*Reeditado recientemente por La Más Médula


**Ver Cámara Profana y datos biográficos

domingo, 22 de mayo de 2011

Carlos Martínez Rivas

(Click sobre el nombre del autor para verlo recitando)

Poema Tom-boy And Little-women  

 

No nos equivoquemos sobre este punto.
Las niñas marimachas, chinvaronas, tom-boys
–como se diga–
que juegan sólo con muchachos, beisbol de lustradores
trepadoras de rodillas raspadas,
con cicatriz visible y permanente en la ceja izquierda
impresa contra el filo de la piedra
de la poza absoluta de la infancia;
son sensibles, intensas bajo sus overoles,
y despliegan más tarde mamalias adorables
y hacen hombre al hombre porque lo trataron
desde niñas y se lo saben desde dentro,
y ya adultas le amortiguan todo lo que
es demasiado duro, pulido e hiriente
como ebanistería enemiga.
Pero las otras, mujercitas, little-woman, damitas
-como se diga-
que juegan con muñecas y bordan y cocinan de mentira,
son más tarde mezquinas económas que esconden senos
ínfimos, metálicos y devienen
espeluznantes cónyuges, paridoras de futuros
misóginos, como aquel desdichado que menciona
el doctor Rober Burton en Anatomy of Melancholy,
que no salía nunca, y cuando en su alta alcoba
alzaba los visillos, asomándose al tumulto de Londres,
si divisaba apenas una sombrilla o un talle,
rompía a vomitar.





Las Vírgenes Prudentes

¿Quién es esa mujer que canta
en la noche? ¿Quién llama a su hermana?
De país en país, ¿esa rapsoda que vuelva en el viento
por encima del mar tenebroso donde culebrea el cielo?

¡Salidle al encuentro!
Ella, la enamorada.
Ella nada más, y su hermana.
¿Ese viento que canta?

Es la voz del amor. La voz del deseo del amor que se alza
en la noche alta.
Sobre la potencia de la ciudad, esa voz que gira.
Esa aria exquisita!

Sólo esa nota vibra en la noche helada.
Esa arpa sola tañendo en la noche vasta.
Ese único silbo penetrante de la pureza.
Sólo esa serenata encantada.

Y el amor de las hermanas!
De las estrellas protegiendo sus llamas
para el Deseado que tarda.
Nada sino eso: el cañaveral de las desposadas
y la sombra alargada del Ladrón que escala.

Canta la noche y las llanuras solitarias
sometidas al hechizo de la luna. Claras,
vacías súbitamente al paso de las hermanas.
Al paso de la bandada blanca de las vírgenes hermanas.

Las que se entregaron al amor.
A quienes no se les concedió sino el amor.

Las Vírgenes Prudentes cuchicheando en la alcoba estrellada.
Bajando la voz y subiendo la llama.

Cerrándose en medio de su sombra. Desapareciendo detrás
de su lámpara.

Aquí sólo tienes abismo. Aquí sólo hay un punto fijo:
el pábilo quieto ardiendo y el halo frío.

Aquí vas a rasgar el velo.
Aquí vas a inventar el centro.
Aquí vas a tocar el cuerpo
Como toca un ciego el sueño.

Aquí podrás soplar y apagar tu secreto.

Aquí ya podrás quedarte muerto.

Carlos Martínez Rivas

1924-1998
Poeta nicaragüense, nacido en Puerto de Ocoz (Guatemala) el 12 de octubre de 1924 (donde sus padres, de familia acomodada, estaban de viaje). Desde muy temprana edad se reveló como gran poeta: a los dieciséis años ganó un concurso nacional con una poesía novedosa y original, que a muchos pareció muy semejante a la de Rubén Darío. A los dieciocho, estando aún estudiando bachillerato en el Colegio Centro-América (de los jesuitas) en Granada (Nicaragua), escribió su extenso poema El paraíso recobrado (publicado por los «Cuadernos del Taller San Lucas» en 1944) que ha sido considerado uno de los eventos importantes en la historia de la poesía nicaragüense y que ha influido mucho. Después de su bachillerato residió varios años en Madrid, donde prosiguió sus estudios (asistió en junio y julio de 1946, como invitado y «estudiante de Filosofía y Letras y Periodismo», al XIX Congreso Mundial de Pax Romana, celebrado en Salamanca y El Escorial). Dicen sus biógrafos que en España se aficionó al alcohol y a la noche. En 1947 publicó en la revista Alférez, en la que coincidió con los también nicaragüenses Julio Ycaza Tigerino y Pablo Antonio Cuadra, dos artículos: «Nuestra juventud» y «A propósito de un premio de poesía» (José Hierro, Alegría, Premio Adonáis de Poesía 1947). En 1953 publicó en Méjico su libro de poemas más importante: La insurrección solitaria (reeditada en 1973 y 1982), resistiéndose a partir de este momento prácticamente a seguir publicando. Trabajó para el servicio diplomático de su país, y vivió en París, Los Angeles, de nuevo en Madrid (hasta los primeros años setenta), San José de Costa Rica y desde el triunfo sandinista de nuevo en Managua. En 1985 ganó el premio «Rubén Darío». Tuvo a su cargo una «cátedra» en la Universidad Nacional Autónoma, recinto de Managua. Su poesía completa fue editada en 1997 en Madrid, con un prólogo de Luis Antonio de Villena, donde se presenta a Martínez Rivas cultísimo, noctámbulo y a menudo ebrio. Unos meses antes de morir, aislado y enfrentado con su familia, que nunca lo asistió en sus días de bohemia ni en las sucesivas enfermedades que lo aquejaron, nombró al Gobierno de la República de Nicaragua albacea de sus papeles literarios, y pidió ser enterrado en Granada (Nicaragua). Su fallecimiento en Managua, el 16 de junio de 1998, supuso una gran conmoción en todo Nicaragua, donde se le considera como uno de sus personajes más ilustres. 


“Carlos Martínez Rivas y Charles Baudelaire:  Dos pintores de la vida moderna”de steven f. White.  Trabajo intertextual entre ambos escritores, basado en el ensayo Presencia y Presente: Baudelaire Crítico de Arte de Octavio Paz


Vanesa Aldunate